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José Luis Guinot (Asociación Viktor Frankl de Valencia): «Ante la DANA, no basta solo con la fe o la oración, que son imprescindibles, hay que poner en práctica la caridad»

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Entrevistamos al presidente de la Asociación Viktor Frankl de Valencia, especializada en el acompañamiento del duelo y que ya se ha movilizado ante el cataclismo de Valencia

José Luis Guinot es el presidente de la Asociación Viktor Frankl de Valencia. Es oncólogo en un hospital de la capital del Turia y, cuando finaliza su durísima jornada laboral —atiende a diario casos de enfermos terminales muy duros—, gasta su tiempo como voluntario en la atención al duelo de otras personas. Fundada hace 22 años en Valencia, esta organización fue conformada por un grupo de profesionales interesados en abordar el tema del sufrimiento, la enfermedad, la muerte y el duelo. «Tratamos de encontrar a estos misterios algún tipo de sentido partiendo desde el humanismo cristiano», explica, en entrevista con ECCLESIA. La bautizaron en honor a Viktor Frankl, gran referente mundial en materia de cuidados paliativos, especialmente tras su libro El hombre en busca de sentido. «Utilizamos su planteamiento de logoterapia, surgido a raíz de lo que vio en los campos de concentración del nazismo, y que se centra, en primer lugar, en hacer todo lo posible para cambiar una situación siempre que se pueda cambiar, pero, sobre todo, a trabajar la actitud que elegimos frente a la adversidad en los casos en que la tragedia es ya algo imposible de cambia», agrega. Ahora, se enfrentan a la tragedia histórica del cataclismo provocado por la DANA en la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha.

José Luis Guinot.

¿Qué se le puede decir a una persona que ha perdido a un familiar, su casa o su modo de vida en una situación como esta?
Esta situación que estamos viviendo nos desborda un poco más a cada momento que pasa. Parece que la tragedia va a ser de las más grandes de la historia, comparable a la tristemente famosa riada de Barcelona. Tenemos a muchísimas personas que han perdido seres queridos, sus casas, negocios, su modo de vida… Hay una pérdida global para la que, precisamente, no tenemos respuesta, al menos mediante palabras. Lo que queda es acompañar, esto es lo que hemos aprendido del duelo. Sabemos, por estar junto a alguien que ha perdido a un hijo, o a un marido, que hay una primera fase en la que no hay palabras que puedan ayudar, que lo que hay que hacer en esos momentos es mostrar cercanía, estar, ofrecer un hombro en el que apoyarse para cuando esa persona lo necesite. Cuando a una persona algo le duele tan dentro, necesita a alguien que le escuche, le atienda y le comprenda.

Después vienen otras fases…
En efecto, esta tragedia de la DANA va a haber que afrontarla especialmente por fases. Esto es como cuando a alguien le dicen de pronto que su padre o madre ha muerto. Es la fase de shock, que va a durar unas semanas, en las que los afectados tienen que creer lo que les está pasando. Después ya vendrá una fase más de aceptación, de ver la realidad. De la aceptación puede venir la fase de depresión, de pensar qué dura es la vida. Ahí es cuando la persona tiene que comprender que sigue habiendo gente a su alrededor, que sigue teniendo a sus familiares, que merece la pena luchar. Este, lógicamente, es el momento en el que más podemos ayudar a reescribir la historia de esta tragedia, sí, una historia que es una tragedia, pero que forma parte de la vida que hay que vivir.

¿Qué peculiaridades hay que tener en cuenta en una tragedia social como esta? 
Estamos aún en la primera fase, la de shock, todos, afectados y espectadores. Aún no tenemos capacidad de hacer un acompañamiento de proximidad. Evidentemente, cuando hay una tragedia colectiva como esta hay algo que alivia bastante y es cómo, ante algo así, se dejan a un lado todas las polarizaciones, posturas, discrepancias… Casi todo el mundo saca lo mejor de sí y trata de ayudar. Eso alivia mucho, porque uno siente que importa. Tenemos que acordarnos de esto como sociedad, cuando pasen unos meses, todo el mundo siga adelante y el que ha perdido a alguien vea que ya no lo tiene. Ahí es donde la asociación más puede ayudar, en esa tercera fase. Ahora mismo, la gente no está para escuchar mucho; solo necesita que le llegue el agua, la comida, que le llegue el apoyo de los vecinos, al que se le ha inundado el piso siente la ayuda del que vive encima y eso alivia mucho y da fuerzas para seguir. 

Aunque quede tiempo para avanzar en las fases, parece difícil encontrar un sentido ante tanto mal…
Desde hace años, nuestra asociación tiene un convenio con el Ayuntamiento de Valencia para ayudar a personas que necesitan apoyo emocional. Consideraron que nuestro proyecto era una iniciativa clara de las que debían ser apoyadas y hace poco participamos en el incendio de Campanar. Murieron diez personas, y acompañamos también a personas que habían perdido todo en esos momentos. Ahora, nos han pedido desde el primer momento lo mismo, saben muy bien cuáles son nuestras capacidades. Es evidente que algo así tiene un impacto que nos toca la conciencia y nos sacude a todos. El incendio de Campanar, que ahora parece muy poco comparado con esto, sacudió a toda la ciudad. Pero realmente movilizó muchísimo a la sociedad. El gran mensaje que tenemos ante tragedias de esta magnitud es que no tenemos recetas mágicas, no tenemos formas de solucionarlo, pero sí tenemos la capacidad de actuar. Cada uno debe pensar qué puede hacer por los demás. Puede que yo no tenga solución a algo, pero conozco al vecino que sí puede, y con que yo alivie a una persona ya vale, basta con una sola persona para seguir cambiando la ciudad y el mundo. 

Es indudable que la fe es especialmente útil en estos momentos…
Estamos ante la gran oportunidad que nos ofrecen estas tragedias para pararnos y tomar conciencia de para qué estoy aquí, cuál es el sentido de la vida. Es evidente que todo planteamiento religioso y con una fe profunda es ya una respuesta ante la vida. En mitad de la vida cotidiana, una tragedia límite hace enloquecer la realidad, pero estos fundamentos siguen valiendo incluso y muy especialmente en estas situaciones. 

¿Qué papel juegan las creencias religiosas en la logoterapia de Viktor Frankl?
Esta asociación se inició desde una experiencia de personas que estamos en grupos cristianos, pero se ha ido añadiendo mucha gente también con otras convicciones. Entre todos, hemos ido perfilando un estilo de atención válido para cualquier persona, tenga las creencias que tenga. La logoterapia de Viktor Frankl no pretende sustituir a otras psicoterapias muy eficaces, sino de complementarlas. Y la gran ventaja que tiene nuestra terapia basada en el sentido es que añade la dimensión espiritual del ser humano de manera amplia, no solo en el ámbito religioso, sino también a nivel de conciencia o responsabilidad. Evidentemente, todo lo religioso o espiritual entra perfectamente y coincide con este planteamiento. La peculiaridad de esta logoterapia es que no pretende usar esta herramienta o este enfoque espiritual si la persona no lo plantea. Pero, por otra parte, si la persona lo plantea, no se rechaza en ningún caso, como se hace en otros aspectos, como el psicoanálisis. Donde otras psicoterapias dicen «no, esto no es lo nuestro» o «no vayamos por ahí», nosotros lo que hacemos es que, si vemos que una persona para encontrar ese sentido ante la adversidad tiene una base religiosa y una fe profunda, la reforzamos absolutamente. No la usamos como motivo o referencia previa, pero abrimos esa puerta y si esa persona tiene otros soportes, como por ejemplo en su parroquia, con algún sacerdote o con el capellán del hospital, les animamos a que continúen en esa dirección que es su manera de encontrar sentido. Pero digamos que nuestra tarea es precisamente abarcar las necesidades de cualquier persona ante una situación de pérdida, tenga las convicciones que tenga. 

Para el espectador, y especialmente para el hombre de fe, ver tanta destrucción, aparte de tristeza, también puede causar impotencia…
Yo creo que el gran mensaje de los cristianos tenemos que dar al mundo en un momento como este es demostrar que no basta solo con la oración —que, por supuesto, es imprescindible—, no basta solo con la esperanza de que hay algo más que hace que merezca la pena, hay que poner en práctica la caridad. Por supuesto que tener fe nos lleva la esperanza, es una virtud clave, no se puede perder bajo ningún momento. Pero también necesitamos ese amor concreto que es la caridad y que es lo que nos va a permitir salir de esto. Si ponemos esto en práctica, posiblemente la sociedad va a comprender que una tragedia tan tremenda se puede convertir en una oportunidad de crecimiento, convivencia y solidaridad. Y, por supuesto, para aquellos que tenemos una fe que da sentido a la vida, hay que compartirla también. No vamos a convencer al que a veces dice «no le encuentro sentido a nada», solo vamos a demostrar que hay personas que tenemos esa fe, y que lo demostramos estando a su lado, tratando de entenderle y de aliviarle hasta donde pueda. Y donde no llegamos… pues hay que seguir trabajando. Hay que rezar. Estoy recibiendo mensajes de mucha gente que yo no era consciente de si son o no creyentes, porque, además, no es necesario ponerle ninguna etiqueta a nadie, diciendo que van a rezar por las víctimas y por nosotros. Esta DANA está sacando en todo el mundo ese punto espiritual que llevamos dentro, como seres humanos que somos. Y eso da ánimo. 

Más allá de estos terribles acontecimientos, ¿a qué se dedican en el día a día?
En la asociación, primero nos centramos en la formación y el aprendizaje. Cuando empezamos, recibíamos a gente que nos pedía ayuda con algún familiar, centrada en el duelo por alguien que habían perdido. La principal labor que desarrollamos ahora es de acompañamiento y orientación, una labor asistencial. De personas en duelo por el fallecimiento de un ser querido, hemos ido ampliando las posibilidades de ayuda. Yo mismo, por ejemplo, me ocupo del área de cáncer y enfermedad avanzada. Asistimos en el duelo por la pérdida de la salud, por la ruptura de una relación, una pérdida de sentido vital, etc. Abarcamos un amplio abanico, podemos decir que somos una asociación de ayuda y apoyo emocional ante la pérdida. Actualmente, somos un grupo de 45 socios y unos 30 voluntarios activos, aproximadamente. Además, contamos con un grupo de 85 amigos que son colaboradores y nos dan apoyo para llevar a cabo esta tarea. 

Voluntarios de la Asociación Viktor Frankl de Valencia.

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